La Columna de "El Conde Donato Rante" Escuchar artículo

LA COLUMNA DEL CONDE DONATO RANTE

El pensamiento sobre el destino. Urcera y Santero haciendo "pucheritos". ¿Rafaela se cae del calendario? Y problemas sureños... Todo en esta nueva columna del Conde.

LA COLUMNA DEL CONDE DONATO RANTE

El pensamiento sobre el destino. Urcera y Santero haciendo "pucheritos". ¿Rafaela se cae del calendario? Y problemas sureños... Todo en esta nueva columna del Conde.

Mientras escuchaba a Tchaikovsky, en su 1812 Overture, disfrutando de un atardecer en Andalucía, mientras Manolo pagaba proveedores y separaba mi "caja chica" para viajar a Argentina, precisamente a La Pampa, pensaba en cómo se van dando las cosas. El destino carece del sentido de ironía.

 

Seguía pensando lo mismo cuando mi jet privado se puso en marcha, mientras me servían una copa de bourbon Four Roses Single Barrel, apuntando hacia Sudamérica. Mi trabajo ya estaba en marcha.

 

Tuvimos que aterrizar en el aeropuerto de Santa Rosa, y desde ahí, alquilar un coche que nunca llegó. Mi chofer, ni lento ni perezoso, embriagado de furia (no de Bourbon; él no toma de ese), se puso a hacer dedo sobre la ruta. Yo, sentado sobre la valija, seguía pensando en que el destino tiene esa cosa traicionera. Pero ese pensamiento me daba vuelta en la cabeza, sin entender el porqué. ¿De dónde vino? ¿Por qué lo estoy analizando? ¿Qué me querrá decir?

 

Una camioneta ploteada con logos de la ACTC paró para llevarnos. Nos reconoció al instante. Era Fernando Beni, el musculoso que roba suspiro en el equipo femenino.

 

Muy amablemente nos llevó hasta el Autódromo, sin dejar de hablar de River y su postura "barra brava" cada vez que come palomitas de maíz.

 

Nos recibió una larga fila para ingresar al mismo. En la espera, mi impaciencia me ganó: me bajé de la camioneta y empecé a caminar (no sin antes quejarme de lo ajustada que me pusieron la pulsera en Acreditaciones).

 

Mientras caminaba el largo camino asfaltado que se dirige a boxes, veía al público sonriente, esperando ver una carrera, y con una ilusión de irse más contento aún el Domingo por la tarde. Nuevamente volvió a mi el pensamiento del destino, de cómo las cosas caen por decantación, y de porqué hacemos lo que hacemos, cuando no queremos hacerlo.

 

Y si no pregúntele a Esteban Trotta, que se le fueron sus dos pilotos en menos de una semana. Pero rápido, ya tiene a, no sólo dos, sino tres. El muchachito hijo de "Pelé" Faín ya tiene un lugar asegurado en el auto que deja Marcos Landa. Mientras el otro, parece ser cordobés. ¿El tercero? Dicen que viene de la mano del primero, pero será para el TC Pista. Un "joven maravilla" que todavía no cumplió la mayoría de edad.

 

"Dame una mano con esto, Conde", atinó a decirme el pope del equipo. "Necesito cerrar antes de fin de mes con el cordobés". "Va a estar difícil", le dije. "Está tirando CV por todos los equipos". Alguno va a agarrar...

 

Y mientras conversaba, veo pasar a marido de Nicole y al mendocino volador. Ambos haciendo "pucherito". Lo de Urcera es claro: no está contento con su equipo; saben que se va con Gianini el año que viene; y eso no deja planificar a futuro. Lo de Santero me llamó más la atención. ¿Será porque extraña a su amigo Gini? ¿O habrá sentido o visto algo en su equipo que le quita el sueño?

 

Y otra vez el pensamiento del destino. Hace un par de carreras, Santero tenía todo acordado para irse el año que viene al Pradecom Racing. Pero me "soplaron" al oído que también hay charlas con el Toyota Gazoo Racing, para volver a ser piloto oficial de la marca, como lo fue en TC2000 y en el TN. Ante esto, es inminente el anuncio de los nipones sobre la desvinculación con el Coiro Competición. Bueno, yo ya dije para dónde apuntan, y si se ponen de acuerdo con la nueva estructura, armarán un "dream team". ¿Se imaginan a Santero y a Rossi en el Maquin Parts, siendo pilotos de TGR oficial?

 

Vuelvo. El destino carece de sentido de ironía. Porque el rumor fuerte era que el equipo del "Laucha" Campanera (ídolo de Chevrolet) se retiraba a fin de año. Lo tenía a Santero imbatible, con un Ford Mustang, con todas las flechas señalándolo como EL candidato. Y sin embargo, ahora parece que no se van nada, que quieren seguir con el mendocino, y que no gustó mucho que haya decidido irse, cuando todavía no está terminado el Campeonato.

 

Y acá sí. El destino carece de sentido de ironía. Pero además le jugó una mala pasada a Santero, que si no resuelve rápidamente su futuro, puede quedarse sin el pan y sin la torta. Está entre la espada y la pared: el Campeonato, o decidir ya su futuro. Uno de los dos deberá elegir.

 

El destino carece de sentido de ironía. Pero algunos hacen todavía más fuerza para no cambiarlo. Y sin embargo, les da una cachetada de realidad. 

 

Cuando parecía que la tormenta volvía a aparecer el Domingo por la tarde, me acerque hasta mi chofer y le pedí que "huyéramos" arduamente. ¿Pero cómo llegamos hasta el Aeropuerto?

 

Sentado nuevamente sobre mi valija, al costado del camino, esperando algún alma caritativa, se detiene una camioneta con el nombre Montanari en sus laterales. Era Roberto Argento, que muy amablemente nos depositó casi pegado a nuestro jet privado. 

 

"Conde, tengo una reunión pendiente en Rafaela", me dijo en el trayecto. "Le tenemos que pedir muchas obras, y si no aparecen los morlacos del Gobernador, la carrera no se hace el año que viene". Me sorprendió. "¿¡Cómo!? ¿Van a dejar afuera a una de las carrera más convocante del TC?". "Y... hay que hablar todavía", me dijo, muy serio él, mientras me levantaba el vidrio para despedirse.

 

Cuando ponía un pie en la escalera que me deposita en mi avión, sonó mi móvil personal. Tres oraciones al escucharlas me hicieron cambiar el destino. Cuando ya me había sentado y abrochado el cinturón, mi chofer se acercó hasta mi con un puro para degustar, y una copa de de bourbon Four Roses Single Barrel, natural, sin hielo. "¿Volvemos a Andalucía, Conde?", me preguntó. "No. Enfile para el sur; quiero ir al Glaciar a hablar con Belloni que está desesperado. Las quiere todas para él".

 

Nos leeremos la semana que viene. Si me dejan volver de Concordia... ¡Chau, felicidades!

 

 

Comentarios
Volver arriba